A pesar de las altas temperaturas, al ir ascendiendo, el viento comenzaba rugir y mientras el día se iba terminado para dar paso a la noche, empezamos a abrigarnos.
El sol se iba poniendo y nos quedaban ya pocos metros para nuestra meta.
Cuando la esfera solar comienza a ser devorada por el horizonte, sabiendo que algo se termina y llega a su fin.
El crepúsculo desde el Pico Veleta, a más de tres mil metros de altitud, es una bonita experiencia para recordar siempre. Y siempre que puedas, hazte acompañar por alguien que aprecie esos instantes tanto como tú.
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